Cuando yo era niña en México no se festejaba Halloween y para ser sinceros también se había perdido mucho de nuestra tradición de Día de Muertos. Sólo se hacían altares en algunos lugares específicos como los cementerios de muchas ciudades de Michoacán, pero en las casas y las escuelas ya no se realizaban, o al menos esa es mi percepción.
Yo tenía familiares viviendo en el norte y ahí era otra cosa, la tradición estadounidense ya se había permeado en los estados mexicanos vecinos. Fue ahí donde por primera vez vi con admiración y "envídia" (yo era una niña) como los niños se disfrazaban y pedían dulces de casa en casa.
Ahora es diferente, a mis hijas ya les tocó festejar Halloween en México. Casi en todas las ciudades los niños han adoptado la tradición anglosajona. Pero lo curioso es que la tradición mexicana no se perdió sino al contrario, ahora en cada rincón de este hermoso país se vuelven a armar unos maravillosos altares: en las casas, en las escuelas, en las plazas, en las oficinas. Eso me gusta. Parece que un grupo de personas cuando vieron que no podían contra la globalización optaron por reforzar nuestras costumbres.
Así es como ahora tenemos una mezcla de ambas tradiciones, el día 31 de octubre los niños se visten de vampiros, brujas, calabaza o cualquier otro personaje extraño y el 2 de noviembre festejan el Día de Muertos con un maravilloso Altar.
Creo que esa es una enseñanza que me llevo para mi proceso de migración, no se deben perder las tradiciones propias, pero no hace daño adoptar nuevas. Es una actitud, que a mi parecer, enriquece porque nos hace tolerantes y nos permite entender un poquito las diferencias.
A mí me encantan las dos actividades: Halloween me parece un excelente pretexto para convertirse en niño nuevamente, disfrazarse y pasarla increíble; y el Día de Muertos me permite compartir con mis hijas mis recuerdos sobre mis seres queridos que ya no están con nosotros, saborear juntos nuestras comidas típicas y enseñarles una actividad que nos hace únicos como mexicanos, nuestra muy particular forma de ver la muerte.
