sábado, 29 de octubre de 2011

Trillado pero cierto.

Ya sé que es muy común que la gente que migra a Canadá se enamore del otoño, pero no puedo evitar decir que yo también sucumbí ante sus encantos. Pero quién no lo hace si te encuentras en cada esquina un árbol maravilloso.




Regresamos al Jardín Botánico después de tres meses y fue maravilloso ver cómo el otoño lo ha pintado de colores ocres. Hasta había bonsais amarillitos. Compramos por fin el pase anual por familia, porque es un parque caro al que nos gustaría visitar varias veces al año y es una mejor opción pagar por un año completo. Casi todos los lugares aquí tienen esa opción, pero hay que preguntar por ella. Descubrimos que te ofrece el Jardín Botánico y el Insectarium por un año y acceso libre al Biodomo y Planetarium en noviembre, así que iremos aprovechar el mes que viene.


En otoño el Jardín Botánico también tiene un evento que me fascinó: Las linternas chinas. Vale la pena ir a verlas, ¡son maravillosas!




La Francisación llegó a su fin y yo estoy más que contenta porque terminé super bien. Creo que logré un avance importante en estas once semanas* con el idioma, sobre todo en lo hablado que es lo que a mí más me cuesta. Hay muchas emociones encontradas respecto a este tema, por una parte me siento muy bien porque es una etapa terminada y me permitió aclarar mi camino a seguir en Montreal, pero por el otro lado nunca creí que dejar a mi salón me iba crear una cierta nostalgia, a fin de cuentas son las primeras personas con las que conviví durante 7 horas diarias en este país y compartimos muchas cosas. Los voy  a recordar con mucho cariño y espero volver a encontrarlos algún día cuando todos hayamos encontrado nuestro lugar en Québec.



Por último, les cuento que tuvimos dos acercamientos más al sistema de salud. El primero fue otra crisis respiratoria de Paula, hablamos al 811 y la enfermera nos atendió super bien, nos recomendó usar el medicamento que nos quedaba de México pero me cambió las dosis y... funcionó. También nos explicó a dónde tenemos que ir en caso de que la situación sea más grave, me quedé con un buen sabor de boca. La segunda ocasión tuvimos que ir a una clínica de las de sin cita, porque lo que tenían Juan Carlos y Julieta era definitivamente una infección, fue menos desesperante que la experiencia en el hospital, pero de todos modos fueron tres horas desde que llegamos hasta que salimos con todo y los medicamentos: buen servicio pero no te salvas de la espera.


* Cada nivel de la francisación dura 11 semanas, hay 3 niveles pero yo sólo hice el tercer nivel porque el MICC al hacerme la evaluación de idiomas decidió que yo no necesitaba más por lo que había estudiado desde México.

domingo, 9 de octubre de 2011

¿Imposible?

Frente a mi hogar ocurre algo que me hace pensar que Montreal es verdaderamente una ciudad multicultural. También es un hecho que me hace sonreír porque me da un poquito de esperanza sobre este mundo, quizás al final sí puede cambiar.


Pensar en un hecho así en la Alemania nazi sería IMPOSIBLE, pero en otro tiempo, en otras circunstancias y sobre todo con un avance en la forma de pensar es completamente POSIBLE. Frente a mi casa existe un inmueble con cuatro departamentos: en el primero habita una familia judía, en otro una familia africana, en el tercero un amable abuelito alemán y en el último una familia musulmana.


... yo me quedo con la idea de que nada es estático.

sábado, 8 de octubre de 2011

Al final, siempre hay algo en común... somos humanos.

La francisación la estoy llevando con un organismo de ayuda a los imigrantes llamado PROMIS y el jueves pasado tuvimos la posibilidad de asistir a un evento con el fin de celebrar la "Semana de reencuentros intercurturales". Como parte del programa había varios invitados entre ellos un inmigrante chileno llamado Osvaldo Nuñez que lleva más de 30 años en Québec y es un ex-diputado federal del "Bloc-Québécois". Otro de los invitados era el realizador Jean-Louis Coté, quien presentó un documental llamado el "Fenómeno Tanguy".

El documental disparó mis pensamientos en sentido contrario al que he venido platicando por aquí, porque habla un poco de cómo los inmigrantes hemos influído en la cultura de Québec. El Fenómeno Tanguy se refiere a la edad en que los jóvenes dejan la casa de sus padres o para ser más concretos de aquellos que deciden quedarse después de los 18 años. Antes, en Québec, cumplir 18 era sinónimo de dejar la casa paterna, no digo que eso ya no suceda, pero al parecer comienzan a haber casos donde los jóvenes deciden quedarse hasta terminar sus estudios o casarse.

Al finalizar el documental se realizó un foro de discusión y pudimos escuchar a varias personas originarias de Québec que decían que ellos habían dejado sus casas entre los 18 o los 20 años, pero sus hijos estaban actualmente con ellos y tienen más de 20 años y que para ellos ésto era magnífico porque podían ayudarlos a terminar sus estudios y seguir disfrutándolos en casa. Eso me hizo pensar que en México comienza a ser más común el caso contrario. Antes, practicamente todos se quedaban en casa de sus padres hasta casarse y los pocos que se iban antes lo hacían porque tenían que estudiar en otra ciudad y en esos casos eran generalmente hombres. Con el paso de los años son más los muchachos y las muchachas que dejan la casa de sus padres para estudiar o simplemente para tener una vida independiente. Entonces me hizo darme cuenta que la influencia está en ambos sentidos y que en culturas tan distintas podemos encontrar razones tan parecidas como el amor, la solidaridad, el deseo de libertad... todos quieren lo mejor para sus hijos, seamos mexicanos, quebequenses o chinos.

sábado, 1 de octubre de 2011

Vergers pour cueillir des pommes en famille

El fin de semana pasado realizamos una actividad típica de Québec: la recolección de manzanas. Me parece una tradición preciosa e ideal para hacerla en familia. Existen muchas "granjas" a las afueras de Montreal donde uno puede participar de esta actividad.

Cuando llegas pagas por una bolsa (o las que quieras) en la cual vas a ir depositando tus manzanas. Un tractor te lleva a los campos donde están los árboles y te explican que hay distintos tipos de ésta fruta y que tú puedes escoger la que más convenga a tus gustos o a lo que desés cocinar después. La idea es perderse en familia en la naturaleza para recolectar y comer.

En el lugar también habían jueguitos para los niños, animales de granja, montañas de heno para saltar en ellas, un restaurante para disfrutar de los platillos que se pueden elaborar a base de manzana: tartas, donas, sidra, jugo, mermelada. También tienen su tienda donde uno compra este tipo de productos.


Tuvimos la suerte de que nos acompañara una amiga quebeca que ha hecho esta actividad desde niña y fue muy interesante escuchar sus anécdotas, pero lo mejor fue que sabía escoger ¡las mejores manzanas!