sábado, 17 de septiembre de 2011

Tres meses

Ya cumplimos tres meses en Montreal, en realidad el tiempo se ha pasado volando. Entre tantas cosas nuevas uno no tiene un momento para detenerse a pensar, cada día hay un reto o un trámite por realizar. Sin embargo me he descubierto muchas veces con una idea en la cabeza: ¿te das cuenta de que estás viviendo un sueño?


Es curioso como podemos pasar la vida buscando una cosa y cuando la obtenemos se nos olvida lo difícil que fue, borramos todas las dificultades por las que pasamos para obtenerla. Supongo que es un mecanismo de defensa, se vuelve más importante aquello hermoso que ganamos al final de la batalla y así podemos volver a emprender una nueva lucha sin miedo ni hastío.

Para alcanzar nuestra meta, pasamos más de un año estudiando idiomas en cursos intensivos, ahorramos lo más que pudimos dejando a un lado muchos placeres, investigamos sobre nuestra nueva ciudad: su cultura, su economía, cómo funcionan los procesos de contratación, nuestros campos laborales, lugares para vivir, comida. Cada una de estas pequeñas cosas han hecho la diferencia ahora, entre más sabes de algo más herramientas tienes para enfrentarte a los retos que se te pondrán en el camino. Gracias a este hecho y a un poco de suerte, llegamos a destino ya con un trabajo asegurado, esto definitivamente hizo las cosas más fáciles, porque en vez de dedicar tiempo a la búsqueda laborar estamos enfocados de lleno a nuestra integración social.

Hace una semana cumplí años y quiero agradecerle a la vida por permitirme haber llegado a donde estoy. Gracias a mi marido, que sin él este sueño y esta vida no serían tan maravillosos, gracias por ser el hombre íntegro, perseverante, amoroso y generoso que siempre has sido. Gracias a mis hijas, porque con cada día de sus pequeñas vidas me han enseñado tanto y me han permitido descubrir cosas en mí, que yo desconocía completamente. Gracias a mis padres y a mis hermanas, porque compartiendo mi vida con ellos soy conciente del tipo de familia que quiero para mis hijas, porque los valores que aprendí con la convivencia diaria me hicieron ser quien soy. Gracias a mis amigos, que ya están regados por todo el mundo, porque sin ellos mi vida no sería tan divertida, porque gracias a sus particulares características he aprendido a admirar la naturaleza humana.

Las fotos son de un parque natural en Montreal llamado "Bois de Liesse" para familias que adoren la naturaleza es altamente recomendable.







domingo, 4 de septiembre de 2011

Multiculturalidad, diferencias y... otras sorpresas.

En estos días me he encontrado con muchas personas que están luchando por encontrar su lugar en un ambiente o situación distinta y me ha dado por filosofar un poco:


Vivir en un país como Canadá te permite realmente entender qué es el Multiculturalismo y las complicaciones que esta expresión del pluralismo trae para la adaptación. Nuestro bagaje cultural muchas veces nos permite introducirnos a la nueva sociedad más rápido o más lento, dependiendo en mucho de las diferencias y similitudes con la nueva sociedad. Me parece (esta es una opinión muy personal) que los latinos tenemos ciertas ventajas al venir a Canadá porque en nuestros países están muy presentes las formas de vida de Los Estados Unidos y el país de la Hoja de Maple, ya no somos tan diferentes, la globalización ya hizo su trabajo y no nos parecen tan distintos a primera vista. Para otras culturas o religiones las diferencias parecen más radicales y probablemente el esfuerzo de adaptación debe ser mayor.


Pero seamos realistas, las relaciones humanas son difíciles, aún con personas de nuestra misma cultura nos es difícil entendernos en muchas situaciones. Por ejemplo, en un matrimonio uno puede saber cómo es el otro, pero cuando te enfrentas a ciertas situaciones específicas siempre salen las diferencias y con ellas se presentan dificultades. Creo que entre más distintos seamos más complicado es encontrar soluciones a estos problemas, pero también creo que una buena actitud y un verdadero compromiso pueden ayudarnos a pasar cualquier obstáculo.


Para adaptarnos es básico un proceso de aceptación al cambio. Debemos aceptar que las cosas cambian (aunque muchas veces no lo queramos) y que nosotros debemos también cambiar para que ese proceso no nos “destruya”. No estoy diciendo que debemos dejar de ser nosotros mismos, pero entre más rígidos seamos y más empeñados estemos en conservar las cosas inmóviles más infelices seremos. Hay que abrirnos a las cosas nuevas, distintas. Hay que ser tolerantes. Hay que mirar los pequeños detalles de esos cambios, aquellas cosas pequeñas que sí nos gustan para que poco a poco nos sintamos mejor en ese nuevo ambiente.


Cuando mi vida parece oscura siempre intento recordar qué fue lo que me hizo estar ahí, si decidí un país, un marido, un trabajo, un tipo de vida algo debí haber estado buscando. Cuando me enojo con mi marido busco recordar esas cosas de mi vida con él que sí valen la pena y me enfoco en eso, decido que “eso” es más importante y comienzo a mirar esa lucecita al final del camino y siempre, al comenzar a caminar en esa dirección la luz se va haciendo más grande hasta encontrar la salida. Yo decidí este país o decidí seguir a la persona que amo, así que a mirar lo bueno y ¡DECIDIR SER FELIZ!