Hay cosas en la vida que nos hacen darnos cuenta que el tiempo pasa y muy rápido. Cuando uno es niño, pensar en una semana nos parece eterno, con el paso de los años nuestra percepción va cambiando y cuando menos nos damos cuenta decimos frases como "hace 5, 10 0 15 años que...".
Cuando nació mi primera hija me fue evidente que en un abrir ir cerrar de ojos esa personita iba acumulando años en su haber, pero ahora con dos y con un proceso tan lleno de subidas y bajadas como lo es migrar me ha sucedido que no se bien cómo pasó el último año de mi vida, han sido tantas cosas las que han pasado que no me han permitido detenerme a disfrutar los pequeños momentos. Ayer nació mi sobrina Isabella, es la hija de mi hermana menor y ver hoy sus primeras fotos me hizo sentir que la vida pasa rápido, muy rápido. Tengo que desacelerar un poco todo lo que está ocurriendo en mi vida actualmente, porque me quedan sólo un par de meses y no quiero llegar a Quebec y sentir que no vivi intensamente este proceso.
Me propongo saborear las deliciosas pláticas con mis amigos mexicanos, deleitarme con las reuniones familiares, llenar mis pupilas con los colores de mi país, gozar a mis hijas hablando español todo el tiempo (bueno las 10 palabras que dice la menor) y vivir pleanamente estos meses. Debo dejar de preocuparme por los papeleos, por la llegada, por las despedidas, por... debo aceptar que he investigado todo lo posible y que debo dejar que las cosas pasen, pues es imposible preveerlo todo. Porque lo que no puedo hacer es regresar el tiempo, y éste, es el momento para recargar pilas para lo que viene después.
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