domingo, 9 de septiembre de 2012

Impresiones

   ¿Qué tal el choque cultural? Me preguntaron a unos escasos dos días de haber llegado a México. La respuesta fue negativa, no había habido ningún choque y creo que al final tampoco lo hubo. No al menos en el sentido de sentirme extraña en el país que me vio nacer. La realidad es que nuestras tres semanas de vacaciones fueron maravillosas. México siempre será invaluable para nosotros porque en él vive nuestra familia, se habla español y conocemos perfectamente cómo funcionan las cosas.
   Tengo la impresión de que regresé a muy poco tiempo de haber comenzado nuestra aventura canadiense y no cambié tanto, ni transformé mis recuerdos en melancolía o idealismo. Las dos primeras semanas me parecieron como una luna de miel, siento que tanto nuestros familiares como nosotros, construimos un espacio ficticio en el tiempo para alimentar la relación que sólo se dio por internet durante este año. Me explico: todos estábamos de vacaciones, así que los problemas, las rutinas, los deberes, la realidad quedaron de lado y todo nuestro ser estaba dispuesto a disfrutar, a compartir, a soñar.
   

   La tercera semana fue diferente, comencé  a darme cuenta de los problemas del día a día, a sentir el estrés que sufría antes de haber partido. Comencé a oír las historias de secuestros, robos, extorciones. Volví  a escuchar preguntas sobre la seguridad de tal o cual carretera. Fueron más evidentes las armas, los retenes, la violencia cotidiana. La rutina de cerrar puertas, poner alarmas, vigilar que nadie te sigue, no contestar llamadas de desconocidos, no confiar en nada ni en nadie. La incertidumbre de la situación política y económica del país es el lastre que no permite planear el futuro y sentirse seguro.   

  

   Esas son mis impresiones y como eso deben ser entendidas. Es mi manera de percibir mi México, de vivir mi México. En este momento de mi vida creo que no me gustaría regresar a vivir allá. Aunque me duela el enorme precio de vivir lejos de la familia y grandes amigos hay algo también invaluable que he obtenido en Quebec: tranquilidad. Pese a todos sus defectos aquí duermo en paz, sin el miedo de que cualquier día será a mi casa a la que entrarán los ladrones, o una de mis hijas a las que secuestren o alguien sacará una pistola y hará justicia por su propia mano.  Sí es cierto, aquí también ocurren esas historias… pero no en la misma medida.
  
   Me gusta poder planear mi futuro, sin el miedo a que todo el esfuerzo de años se venga a bajo por una emergencia médica, una devaluación o un robo del gobierno. Bien sé que el dinero no lo es todo, pero no se trata de ser millonarios, si no de no estar angustiados por el día de mañana, eso permite una mejor calidad de vida. Y en mi país de origen eso es algo difícil de conseguir.
   No sé lo que me depara la vida, tal vez algún día regrese a México, uno nunca sabe. Y estoy segura de que si eso pasa seré feliz, porque lo era antes de emigrar, porque uno debe ser feliz no importando el lugar en el que se encuentre. Pero racionalmente, creo que la balanza se inclina por nuestro nuevo Hogar.

sábado, 14 de julio de 2012

Volver

Después de un año de vivir en Montreal tendremos la oportunidad de volver a México a pasar unas vacaciones en familia. He leído las impresiones de otros cuando regresan a sus países de origen y tengo mucha curiosidad de saber cómo vamos a vivir nosotros esta experiencia. Me  pregunto cómo vamos a sentirnos, cómo vamos a ver las diferencias, si los otros nos percibirán distintos. En fin, tantas cosas.

Con la cabeza en las vacaciones, el verano en la universidad ha resultado muy pesado. Ya me había acostumbrado al horario de noche donde podía hacer las tareas por las mañanas, cuando nadie estaba en el departamento. Llevar dos materias de forma intensiva durante sólo tres semanas, requiere mucha organización y uno termina todos los días haciendo tareas hasta muy altas horas de la noche. Aunque creo que estoy más cansada porque ya me quiero ir… es más una percepción que una realidad.

Pero no sería justo dejar de mencionar que este verano montreales nos ha encantado. Aprovechamos las ventas por internet y compramos una bicicleta para las niñas; hemos ido a cuanto parque hemos podido a hacer días de campo; no han faltado las carnes asadas y las reuniones con los amigos; tuvimos nuestras primeras visitas y los pudimos llevar al festival de fuegos artificiales; conocimos las playas de agua dulce y… nos morimos de calor en el país donde muchos creen que sólo existe el invierno.
A nuestro regreso prometo escribir porque supongo que habrá mucho que contar.

sábado, 26 de mayo de 2012

Subirse al barco que llaman Felicidad

Ayer miraba mi pasaporte, luego de haberlo recogido tras el proceso de la visa estadounidense y me impactó su fecha de emisión. Hace más de dos años que comenzamos nuestro proyecto migratorio a Québec. Primero pensé que era demasiado tiempo y que se me había pasado como agua entre las manos, pero luego fueron apareciendo en mi memoria todos los hermosos momentos que viví durante esta etapa de mi vida y comprendí que los percibo muy rápidos porque han estado cargados de intensidad, pasión y amor.

Recordé también una plática que tuve con un amigo hace un par de días, donde le comentaba que yo apreciaba mucho este tiempo en el que estoy estudiando de noche porque les ha permitido a mis hijas y a mi marido crear un lazo muy especial. Le decía que esa era mi manera de ver las cosas, algo que en un principio me chocó terminó convirtiéndose en algo positivo. Mi punto es que estoy segura que estos dos años no han sido maravillosos por sí mismos, sino que yo los he vivido de esta manera porque así lo quería vivir. Ningún mal momento viene a mi mente cuando pienso en lo vivido hasta que me obligo a ser “realista” y busco detenidamente los procesos o situaciones más difíciles, pero inmediatamente los maquillo con un “no podían haber sido de otra manera” y “me permitieron aprender tal o cual cosa”. Es maravilloso como un proceso que comenzó siendo completamente consciente: escoger una actitud ante la vida, se ha adherido tan fuertemente a mi subconsciente y hace que mi vida sea tan placentera. Gracias a este aprendizaje hoy puedo afirmar que SE ser feliz.

Para aquellos que apenas me conocen lo que cuento pudiera parecer sin importancia, porque me han conocido en mi etapa positiva, pero lo cierto es que la felicidad era un concepto que yo casi no practicaba. Antes estaba obsesionada con el pasado, vivía aferrada a proyectos rígidos que construirían mi futuro, era herida infinidad de veces porque esperaba que la vida y los otros actuaran de acuerdo a mis perspectivas internas y buscaba eternidad en todo, lo que hacia que cada cambio, grande o pequeño, me arrastrara a una depresión o una crisis existencial. He aprendido que la vida no es tan seria, que cargar las cadenas del pasado (buenas o malas) no tiene sentido, que no hay más tiempo que el presente, que la realidad no son mis fantasías y que no todas las cosas dependen sólo de mí y hay que saber tomarlas como vienen como dice la frase “serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,  valor para cambiar lo que puedo y sabiduría para conocer la diferencia”.

Este proceso migratorio me ha hecho utilizar TODO lo que he aprendido en la vida. En ocasiones cuando escucho las historias de otros inmigrantes y cómo han sufrido o batallado en su proceso, mi primer pensamiento es que yo lo he tenido fácil, porque llegamos con un trabajo y las cosas se han ido siempre acomodando para bien. Sin embargo, los últimos días he analizado estas situaciones con calma y me doy cuenta que muchas veces estas personas deciden, desde antes, ver su experiencia como difícil, llena de obstáculos y como si todo estuviera en su contra.

No son pocos los que me han afirmado que en la Universidad hay “discriminación” contra los latinos y teniendo los mismos maestros yo jamás lo he sentido así; he visto como muchas personas rechazan buenos trabajos porque tienen la idea de que necesitan estudiar para al final obtener el trabajo de sus sueños, cuando esta decisión pudiera no tener los resultados que ellos esperan, al final, cuando les pidan la experiencia canadiense y no la tengan por haber estudiado cuatro años, ¿cómo van a enfrentar un ofrecimiento igual al primero o una búsqueda laborar lenta y desgastante?; las comparaciones con sus países de origen donde la comida era fabulosa, donde la familia te acompaña, donde tus hijos no consumen drogas, donde las adolescentes no se embarazan, donde los jóvenes no dejan sus casas, donde los niños van a la escuela menos tiempo, donde… todo es maravilloso, me hacen preguntarme ¿entonces, por qué no se regresan?; las quejas del idioma, porque es imposible entenderles a los québecos, porque tienen un acento “horrible”, porque el francés es muy difícil ¿y no sabían que sería así?. Sí, es cierto, nosotros la hemos tenido fácil pero no será porque así lo quisimos y porque tuvimos el valor de enfrentar aquello que sí podíamos cambiar y aceptamos aquello que no.

En el fondo todo esto me da vueltas en la cabeza porque quisiera estar segura de estar transmitiéndoles esa actitud positiva ante la vida a mis hijas. Cómo quiero que sean capaces de desarrollar esa “inteligencia emocional” (como la llaman ahora) para que sepan embarcarse en ese barco que llaman Felicidad.

sábado, 10 de marzo de 2012

VOLER A SER NIÑO

Emigrar es como volver a nacer. Uno debe aprender a hablar, a caminar, a hacer amigos… a construir una vida.

Si entendemos la vida como una serie de procesos, me parece que quien ha aprendido de los anteriores podrá lograr éxitos más rápidamente en su proceso migratorio. Para aquellos que no comprendieron sus procesos no todo está perdido, eso tiene de maravilloso este país, así como te permite cambiar completamente de actividad profesional, también te permite rehacer tu vida.

 El verdadero problema es aferrarse a los errores anteriores, porque entonces sólo trasladamos nuestros problemas del país de origen al nuevo. Emigrar nos obliga a tocar fondo, tenemos que buscar en nuestro interior todas esas cualidades que nos han facilitado la vida para aplicarlas nuevamente y ser capaces de mirar nuestros errores, para en un contexto diferente, brincar nuestros obstáculos internos y lograr eso que nos hemos propuesto: un mejor trabajo, calidad de vida, paz interior… una nueva forma de vivir.

 Habrá que preguntarse entonces cuáles son mis bloqueos internos, mis miedos, mis prejuicios. Esas cosas que yo conservo y que evitan que yo me integre: mi miedo a equivocarme, mi dependencia a los otros, mi ego, mi timidez, mis encadenamiento al pasado (país de origen, personas), mi resistencia al cambio. Porque mi nuevo lugar no cambiará mi vida por arte de magia, el cambio se dará si yo aprovecho lo que mi nuevo entorno me brinda y soy capaz de descifrarlo y aplicarlo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Impresiones



Estos dos meses han sido cansadísimos pero sumamente productivos. Casi no he escrito porque ya entré a la Universidad de Montreal. Estoy estudiando un Certificado de Francés como segunda lengua. La francisación fue muy buena y tuve dos grandes maestras sin embargo yo sentía que todavía me faltaba mucho camino con respecto al francés. Para mí ha resultado una muy buena opción. El interés de todos mis compañeros por aprender y perfeccionar el francés es evidente, cosa que no pasaba con todos los que estudiaban en la francisación, tristemente había muchas personas que estaban ahí para pasar el tiempo o cobrar el cheque de gobierno, lo que hace que un grupo no avance como debería.


EL INVIERNO

Ya sé que este no es un invierno común, que no ha sido muy frío y que no ha habido mucha nieve pero… ¡a mí me encanta el invierno! hay mil cosas por hacer y está ciudad está súper preparada para enfrentarlo y hacerlo atractivo.


NUEVA VIDA

 Me impresiona como el ser humano va familiarizándose con su entorno. Ahora las calles de Montreal, el metro, los camiones, su gente, su comida me empiezan a parecer nuestros. Hemos logrado una buena adaptación para ser sólo 8 meses.

Los nuevos amigos se han convertido en nuestra familia en Québec. Sin ellos esta aventura no sería tan maravillosa. Son pieza clave para sentirnos a gusto en nuestro nuevo entorno.


Que tranquilizante es ir avanzando con el francés. Eso hace que el estrés baje considerablemente. Ya no sufro cuando voy a un restaurante o a una oficina. Fue facilísimo inscribir a mi hija a su nueva escuela, gracias a que puedo entender y darme a entender correctamente. El teléfono sigue siendo mi punto débil, todavía prefiero hablar de frente con alguien.

EL SISTEMA DE SALUD

Al mal tiempo, buena cara.
Mi Paula tiene un tipo de alergias respiratorias por decirlo de alguna manera (porque no ha sido diagnosticada como asmática) y habíamos sobrevivido con los medicamentos que habíamos traído desde México, pero definitivamente no podíamos seguir así. Sabía que teníamos que conseguir un Médico para ella pero no sabía cómo. Terminé yendo a una clínica de las de “sin cita” a formarme durante 5 horas para explicarle a un doctor la situación y que me hiciera una prescripción para medicamentos de aquí. Eso hizo y me dio un papel para llevarlo al hospital San Justine al área de asma para que le asignaran un médico. Para no hacer el cuento largo mi hija está en una lista de espera donde probablemente la verán en verano, la lista de espera es de 6 meses como mínimo.

Con sólo cambiarle los medicamentos terminamos con una crisis fuerte y a las 4 de la mañana en la sala de urgencias del mismo hospital. Sólo esperamos 15 minutos para ser recibidas. Una URGENCIA es una URGENCIA, en eso sí puedo decir que son rapidísimos y súper eficientes. Me dio mucha risa cuando la pediatra me dice: esta niña debe de tener un médico que la vea regularmente. Le respodí que lo sabía y que estaba en lista de espera, me dio otro papel para la clínica pediátrica del hospital, pero es hora que todavía no me hablan para darme la cita y ya pasaron 15 días.

Mi otra hija nunca corre con suerte para ser atentida rápido porque no se enferma de URGENCIA, la última vez pasamos 8 horas y media en espera. Aunque eso sí, salimos con todo y antibiótico sin pagar un sólo centavo.

Conclusión: el sistema no te deja morir, pero entenderlo es difícil y las esperas son interminables. Hay un verdadero problema con su sistema y parece que no va a mejorar porque el gobierno federal va a recortar presupuesto para los próximos años. A ver que tal.

TRABAJO

Aquí hay miles de caminos a seguir para enfrentar la búsqueda laboral. Yo decidí meter una demanda de inscripción para un diplomado que me permita desempolvar mis conocimientos profesionales y terminar con prácticas laborales y así obtener la experiencia canadiense. Veré si mi demanda fue aceptada o no en los siguientes meses. El tema trabajo sigue lento para mí.