Hace unos días me encontré en el blog de los Ziegler una conversación de Guillermo (su autor) con Carola del blog de Espacio Toronto sobre el networking. La conversación giró en torno a muchos temas interesantes, pero me llamó mucho la atención algo que dijo ella sobre que nadie te va a decir las cosas que piensa cuando tú (con tu cultura diferente) actúas distinto a lo que los locales esperan de ti. Me acordé de muchas teorías de comunicación en donde te explican que para interactuar con el otro de manera eficiente tienes que compartir códigos, no sólo se trata de hablar la misma legua sino de compartir significados de las cosas y las acciones.
Yo misma me he sorprendido muchas veces haciendo un análisis de los que los demás hacen o dicen porque es distinto a lo que yo he vivido toda mi vida, pero es cierto, jamás lo haría evidente y mucho menos lo diría.
En los casi 6 meses que llevo viviendo en Montreal he entablado un relación un poco más profunda sólo con dos quebecos. Los martes en la mañana voy a un taller de conversación con un señor jubilado de la policía de Montreal que da el taller como voluntario. Por razones diversas terminé asistiendo al taller sólo yo, lo que implica que durante dos horas seguidas hablamos en francés sin parar. Los dos somos muy platicadores, lo que ha ocasionado que terminemos haciendo preguntas un poco fuera de lo común. El martes pasado me animé a preguntarle directamente qué opinaba él sobre la inmigración. Me sonrió y me dijo que estaba de acuerdo, de lo contrario no trabajaría como voluntario para un proyecto de integración de inmigrantes. Pero sabía que la pregunta esperaba una respuesta más profunda y me contestó lo siguiente:
En todos los años que él llevaba dando el taller había conocido muchos tipos de inmigrantes, pero me explicaba que el 80% tenían un nivel de escolaridad de al menos universidad y muchos de ellos tenían hasta doctorados. Me contó que había visto con tristeza que muchos de ellos tenían que cambiar de profesión porque Québec no les daba la oportunidad de ejercer. El cree que Québec no está preparado para estos inmigrantes, no puede entender cómo se desperdicia tanto talento. (Así me lo dijo)
Su segundo punto fue tratado más cuidadosamente, supongo que porque yo soy una inmigrante y quería ser respetuoso conmigo, lo creo así porque mencionó que “los que hablaban español no tenían tanto este problema”. Me explicó que las diferencias religiosas y de costumbres eran a veces difíciles de entender. Me puso el ejemplo de una musulmana que había conocido: me contó como el esposo la acompañó durante tres clases y él sintió que era para asegurarse de que el que daba la clase no fuera ningún problema (después siguió yendo la mujer sola), el taller terminó y cuando la volvió a ver un tiempo después fue trabajando como traductora en un hospital. El se animó a preguntarle qué pasaría si su esposa fuera a visitar su país de origen y no portara burqa a lo que la mujer respondió que sería aprendida por un policía. El cree que es injusto que los inmigrantes que vienen a Canadá puedan seguir con sus costumbres y en cambio los demás, sólo como turistas, no puedan ser respetados en otros países como el de la mujer. Para él, este multiculturalismo no sólo trae enriquecimiento sino también problemas y jamás va a estar de acuerdo con un “asesinato por honor”. Concretó con esta frase “Si ellos no están preparados para venir, ¿para qué vienen?” y no creo que sea una frase que suela decirle a los inmigrantes cuando actúan de manera diferente, pero estoy segura que lo piensa.