lunes, 18 de julio de 2011

Las cosas que adoro de Montreal



Mis hijas han recuperado la salud, y espero que sea por largo rato. Ya pasado el incidente puedo decir que no me gusta esperar tanto para recibir atención médica, pero la verdad es que en México también hubiera tenido que esperar, la diferencia es que habría sido en mi casita y no en una sala de emergencias. La verdad es que el sistema de salud podría mejorar, pero me gusta saber que todos tienen acceso a la salud y que quien realmente lo necesita recibe atención médica inmediatamente.

Como dato curioso la medicina la compré en Jean Coutu y la farmaceutica fue muy amable, de hecho fue ella quién me explicó cómo darle el medicamento a mi hija y la dosis que debía proporcionarle y no el doctor, como en México, pero lo más curioso es que recibimos una llamada a los dos días preguntando si Julieta iba mejorando, si el sabor de la medicina estaba bien y recordándonos que debíamos completar los diez días del tratamiento. Esa clase de atención nadie te la da en México, ni un hospital, ni un doctor, mucho menos una farmacia.

Ya con menos trámi tes por hacer (dije menos, que no hemos acabado) hemos disfrutado mucho los fines de semana. El domingo 10 fuimos a el parque Jean Drapeau y tenían un evento de todas las culturas del mundo, el lugar está precioso y nos permitió hacer el tan deseado día de campo que quería Julieta, pero también pudimos disfrutar de conciertos gratuitos, muestras de tradiciones típicas de otros países y había comida de muchos lugares, aunque como traíamos la nuestra no compramos nada.

Ayer fuimos al Museo de Ciencias en el Viejo Puerto. Fue una buena decisión porque el día estaba super caliente y con un porcentaje de humedad altísimo y el museo nos permitió divertirnos mucho pero con aire acondicionado. Ahí nos encontramos con unos amigos de México y Julieta conoció a Emilio, con quien después de un mes pudo jugar sin problemas de lenguaje. La verdad le hacía falta, estuvo feliz, de regreso a casa no paraba de preguntarme cuándo los volveríamos a ver y si podía invitar a su nuevo amigo a la casa a jugar.

Adoro los fines de semana en Montreal, uno puede hacer muchas cosas y se respira tranquilidad en el ambiente. También adoro la amabilidad de la gente, siempre ha habido alguien dispuesto a ayudar, a hablar más despacio, muchas personas intentan comunicarse con mis hijas (incluso les dicen palabras en español), nos han regalado cosas y siempre hay un "bienvenue" para nosotros. Te adoro Montreal!

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